martes, 19 de febrero de 2013

El día en que me convertí en flecha humana

Febrero. Mobile World Congress. Por tercer año consecutivo allí voy a estar de nuevo. Te juraste no volver, Tania. Rodeada de empresarios tira cañas del mundo entero que te invitan a cenar sin conocerte y de tipas con tacones que te miran por encima del hombro. Menudos subnormales. Ser azafata de imagen es un trabajo totalmente patético. Muchas veces tu función es hacer nada. Sonreír. Y llevar zapatos de tacón durante más de 9 horas, por supuesto.

Llevo años dedicándome a esto. Al principio pensaba que sólo sería mientras estuviera estudiando. Cuando terminé de estudiar pensé que sería cuestión de tiempo encontrar un trabajo periodístico remunerado. Más tarde pensé que me contratarían en... ¡MIERDA, HAN PASADO UN MONTÓN DE AÑOS Y SIGO IGUAL QUE CUANDO TENÍA 17! Ejerciendo la profesión de mujer florero. Triste, muy triste... pero cierto.

Imaginaos el repertorio de anécdotas que tengo. "Un poquito de anorexia por favor, que somos azafatas" dijo una jefa al exclamar que teníamos hambre. Claro que sí, campeona, promulguemos la anorexia como un modus vivendi. Tú, con tus modelitos fantásticos, paseándote con tu carpeta (vacía) por el congreso, intentando ligar con ricachones con el pito flojo y saliendo a fumar cada cinco minutos cual prostituta detenida. ¡JA! Patética. No, ahora en serio, cuando escuché eso, me quedé tan a cuadros que deseé tener un frankfurt en mis manos para abofetearla hasta la saciedad.

Odio la superficialidad de este mundo. Te eligen por foto. Si es de book, mejor. Pues a mí no me ha salido de la patatona hacerme ningún book de fotos. ¿Por qué? Porque no. Porque estoy harta de vivir en una sociedad en la que se juzga el físico antes que el intelecto. Vale, vamos a ver... soy consciente de que para trabajar en un lugar en el que sólo tienes que sonreír tampoco hace falta haberse doctorado. Pero vaya, que no me ha dado la real gana de hacerme ningún book de fotos. Y punto. ¿Que algún día me lo haré? Pues a lo mejor sí. Pero no para trabajar como azafata de imagen, eso seguro. Yo he enviado mis fotos normales, las que todos tenemos. Sí, esas fotos que recortas hasta que el cubata que tienes en la mano haya desaparecido.Y me han contratado, oye. Aunque tampoco lo considero ningún triunfo, que conste.

Bueno, quería explicar algo que me ocurrió una vez. El famoso día de la flecha. Atención porque lo que a continuación vais a leer es algo totalmente verídico. No exagero, ni invento. Es la realidad. Ni más, ni menos, como dirían Los Chichos.

Estaba trabajando en un congreso y por motivos ajenos a mí cambiaron la sala de una reunión de un lugar a otro. De repente, mi jefa (la que fumaba como una prostituta detenida), vino con un artilugio en la mano y me pidió que la acompañase. Yo obedecí. Me comentó que dentro de una hora y media empezaba la reunión y para evitar el caos debíamos informar (yo entendí 'informar' como sinónimo de comunicar mediante palabras) a los asistentes del cambio de sala. Vale, hasta ahí perfecto. Pero mi cara se descompuso cuando vi lo que la señorita llevaba en las manos. Una flecha. Colocó a una compañera en el inicio de la escalera, a mí justo donde la escalera hacía curva y a una tercera azafata al final de la maldita escalera. Las tres con una flecha en las manos, indicando dónde estaba la maldita sala de reuniones. ¿Perdón? Mi cara empezó a arder de rabia y de impotencia. Luego empecé a reírme sola. Estudiar una carrera para acabar haciendo de flecha humana. Esto no podía estar pasando. Encima mi función era la más patética de las tres ya que la escalera era corta y el camino no tenía pérdida ninguna. Y yo estaba colocada justo en el medio. Para que los pobres no se perdieran. Empecé a cabrearme. A sentirme ridícula. Un señor se acercó a mí y me dijo: "¿De verdad tienes que estar aquí con esta flecha en la mano? ¿No la podían haber puesto enganchada a la pared?" ¡Pues por supuesto que podían haberlo hecho! Pero a nuestra jefa le encantaba ridiculizarnos. Estuve A PUNTO (y cuando digo a punto, es a punto) de tirarle la puta flecha en la cara e irme de allí. Me faltó nada. Pero aguanté. Eso sí, al día siguiente no aparecí. Las flechas me las pasé yo por el Arco del Triunfo. Y a Tania Lozano Fernández no le vieron  más el pelo por allí.

En fin, hoy ya no voy a despotricar más. Y ojo, soy totalmente consciente de que si alguna agencia quiere documentarse sobre mí antes de contratarme puede leer esto (si ponéis mi nombre completo en Google lo primero que aparece es mi blog). Pero es que me da absolutamente igual. Mi blog, mis reglas. Pongo lo que me da la gana y ATPC. Algún día escribiré un monólogo sobre el maravilloso mundo de las azafatas de imagen. Lo haré, no os quepa la menor duda.

Ci vediamo presto!




4 comentarios:

  1. Jajaja Buenísimooo!!!

    Lo mejor:
    "Las flechas me las pasé yo por el Arco del Triunfo"

    In Love With You Forever!

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  2. Gracias "Anónimo". Esas flechas eran dignas para pasárselas por ahí :)

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  3. Hoy he encontrado tu blog y he leído esta entrada ya algo antigua, Me ha parecido una historia de terror. La linea "vino con un artilugio en la mano y me pidió que la acompañase" me ha hecho temerme lo peor. Cuando he visto que no iba por ahí, lo he lamentado; lo que yo pensaba era menos terrorífico, incluso diría que menos humillante. Yo en esa situación no habría tenido tanta paciencia. Aunque algo me dice que a mi, tu jefa jamás me lo habría hecho...

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  4. Hola Tania
    sóc periodista i m'agradaria contactar amb tu per tema professional
    el meu mail és joan_planesc@hotmail.com, gràcies

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